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El truco del papel de aluminio que salvó el Día D 2025-08-26

En 2017 comencé mis intervenciones de verano en el programa de Eduardo Yáñez «Déjame que te cuente», en Onda Cero, en julio. En estas entradas reproduciré las notas que usé para hablar, no es exactamente lo que dije.

El truco del papel de aluminio que salvó el Día D

La Segunda Guerra Mundial, para la mayoría de nosotros, parece algo lejano, un eco de la historia que solo conocemos a través de las películas. Pero fue una guerra real, y hubo un día crucial que cambió el curso de la historia: el Día D. Ese día, el 6 de junio de 1944, las fuerzas aliadas desembarcaron en las playas de Normandía, en un intento por liberar a Europa del régimen nazi.

He visitado esas playas y caminado por los cementerios que nos recuerdan esa catástrofe. El cementerio estadounidense de Omaha Beach, con sus más de nueve mil tumbas perfectamente alineadas, es un lugar que me recuerda al cementerio de Arlington, en Virginia. También hay un cementerio británico y uno canadiense, pero el que más me impactó fue el cementerio alemán de La Cambe, con 21.000 tumbas. Curiosamente, este lugar me trajo a la memoria el cementerio alemán de Cuacos de Yuste en Cáceres, un rincón de España que guarda la memoria de los caídos en esa guerra.

Visitar estos lugares, como el campo de concentración de Auschwitz, deja un sabor amargo. Es un horror que se siente, se vive, y te hace soñar con un futuro en el que algo así jamás se vuelva a repetir.

Un detalle que salvó miles de vidas

El Día D fue una hazaña militar de gran complejidad, llena de historias fascinantes. En este programa, ya he hablado del papel del dimenhidrinato, el principio activo de la Biodramina. Gracias a esta pastilla antimareo, los soldados aliados, «los buenos», que se oponían al régimen nazi, pudieron desembarcar sin sufrir mareos, listos para tomar sus fusiles y luchar.

Y no podemos olvidar el papel de los españoles. La Novena Compañía de la Segunda División Blindada del general Leclerc, compuesta casi en su totalidad por republicanos españoles, jugó un papel crucial. Aunque también hubo españoles en el bando contrario, en la División Azul, es importante recordar a quienes lucharon por la libertad.

Un engaño maestro: el «chaff»

Ahora, volvamos al Día D y a un ingenioso truco que salvó la operación. Los primeros radares ya existían, tanto en el lado aliado como en el nazi. La idea fue originalmente de un alemán, Heinrich Hertz. Lo último que querían los aliados era que los alemanes pudieran detectar sus barcos y aviones.

Aquí es donde entra en juego el «chaff», una palabra inglesa que significa «paja» o «virutas». El chaff consiste en pequeñas tiras de papel de aluminio o fibras de vidrio metalizadas que, al ser lanzadas desde aviones, crean un eco en los radares que el enemigo interpreta como una gran cantidad de barcos y aeronaves.

En la noche previa al desembarco, los aliados llevaron a cabo una operación de engaño a gran escala. Muchos aviones lanzaron chaff en el Paso de Calais, lo que hizo que los alemanes creyeran que la invasión principal tendría lugar allí. Confirmando sus sospechas, movieron sus tropas más importantes, como el Decimoquinto Ejército, a Calais, en lugar de enviarlas a Normandía. Este error de despliegue fue fundamental para el éxito del desembarco.

El Día D fue una victoria para los aliados, aunque a un costo altísimo en vidas. Pero esta historia nos enseña cómo un simple truco, un puñado de papel de aluminio, puede cambiar el curso de la historia.

La huella española

Para terminar, quiero recordar un detalle que a menudo se ignora en la historia de la Segunda Guerra Mundial: el papel de los españoles. Los primeros en entrar en París tras la liberación fueron los republicanos españoles al mando del general Leclerc.
Los mismos que lucharon en el desembarco de Normandía. De hecho, la plaza del Trocadero en París, que quizá te suene familiar, conmemora la liberación de la ciudad. ¿A que la palabra «trocadero» suena a español?

Enviado por flexarorion a las 07:01 | 0 Comentarios | Enlace


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