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Polvo Saharaui en América |
2025-07-02 |
Esta es una nota de mis colaboraciones en julio y agosto de 2020, en Onda Cero, en el programa de Eduardo Yáñez. No es exactamente lo que dije. Son las notas que tenía preparadas a la hora de ponerme ante el micrófono, no lo que dije. Las indicaciones sonoras nunca las puse pues me quedé sin tiempo para buscarlas y editarlas
– 6 de agosto de 2020**
[Sintonía suave de fondo]
Hola, muy buenas noches.
Hoy quiero compartir con ustedes una imagen que, sinceramente, me dejó sin palabras. Una foto tomada en el icónico Morro de La Habana. La ciudad, envuelta por completo en una neblina densa y ocre. El sol apenas asoma, como si el día se rindiera antes de tiempo. No era una tormenta, ni humo. Era polvo. Polvo que había cruzado el Atlántico desde el corazón del Sahara.
El pasado 2 de junio, una nube inmensa de partículas finísimas se alzó en África, sobre el desierto del Sahara y la región del Sahel. Cruzó el océano y cubrió parte de América, tiñendo los cielos de tonos sepia y regalándonos atardeceres de fuego. Pero no solo fue belleza… también fue ciencia.
Las tormentas de polvo sahariano son frecuentes, sí. Pero lo que vivimos este año fue excepcional. Esta nube no solo llegó a La Habana: también alcanzó Houston, Miami y Nueva Orleans. Y en todos esos lugares, fue una de las más intensas jamás registradas.
[Efecto sonoro: brisa suave + susurro de arena]
Para que se hagan una idea: normalmente, estas partículas flotan en una concentración de entre 10 y 20 microgramos por metro cúbico. Este año se disparó a 400. Veinte veces más.
Ahora bien, este polvo no es solo una molestia. Es, en realidad, un portador de vida. Trae hierro y fósforo, nutrientes esenciales que fertilizan el océano, alimentan el plancton y sostienen la vasta cadena alimenticia marina… desde los microscópicos crustáceos hasta las majestuosas ballenas.
Y no se detiene ahí. Este polvo sigue su camino hasta el Amazonas, y allí, con su fósforo, enriquece el suelo y sostiene la exuberancia de su selva. Hablamos de unos 23 millones de toneladas de polvo al año. De ellas, 22 mil toneladas son pura nutrición para una de las regiones más vitales del planeta.
[Sintonía sube levemente con un tono esperanzador]*
Pero tal vez lo más inesperado es que este polvo puede calmar la furia del cielo. Los huracanes necesitan aire húmedo. Y el que llega desde el Sahara es terriblemente seco. Por eso, cuando estas tormentas de polvo cruzan el Atlántico, inhiben la formación de huracanes. Este año, con tanta actividad sahariana, podríamos ver una temporada más tranquila en el Caribe y las costas de América del Norte.
Y, en un giro que parece casi poético, parte de ese polvo termina casi regresando a casa. Después de recorrer cerca de 20.000 kilómetros, vuelve a Europa, vuelve a España, como un viajero incansable que completa su ciclo. No llega al Sahara, pero se queda cerca.
[Silencio breve. Luego, tono reflexivo]
Así que la próxima vez que mires al cielo y veas esa neblina dorada, tal vez estés viendo una historia que empezó en las dunas del Sahara… y que sigue escribiéndose en el aire que respiramos.
Un tema del que hablaremos otro día es que los granos de polvo también sirven de vehículos de transporte de vida microscópica, esporas, etc.
Buenas noches.
Enviado por flexarorion a las 15:19 | 0 Comentarios | Enlace
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