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Inicio > Historias > Pareidolia: cuando vemos lo que no está (o sí lo está, según el cerebro)
Pareidolia: cuando vemos lo que no está (o sí lo está, según el cerebro) 2025-06-26

Esta es una nota de mis colaboraciones en julio y agosto de 2013, en Onda Cero, en el programa de Eduardo Yáñez y Juan de la Herran. No es exactamente lo que dije. Son las notas que tenía preparadas a la hora de ponerme ante el micrófono, no lo que dije.

Hola, buenas noches.

Nuestro sistema visual es una obra maestra de la evolución. Tiene una capacidad alucinante para completar imágenes con muy poca información. Si, entre los matorrales, distinguimos unas rayas anaranjadas y negras moviéndose… automáticamente vemos un tigre. Si en una estación atestada localizamos de golpe a la persona que esperamos, es porque nuestro sistema de reconocimiento de rostros es simplemente brillante.¡Qué digo brillante! ¡Es fabuloso!

Tan brillante que no fuimos realmente conscientes de su complejidad… hasta que intentamos reproducirlo con ordenadores. Y ahí sí que vimos lo complicado que es lograr que una máquina “vea” como nosotros. Que sepa que una página de un libro sigue siendo blanca tanto en la sombra como bajo el sol no es nada trivial. A los ordenadores les costó muchos años imitar algo que nuestro cerebro resuelve sin esfuerzo.

Pero —como todo sistema complejo— también es vulnerable a errores. Por eso vemos caras en las nubes, en la Luna, en una mancha de humedad, en el mármol del portal o en un cuadro mejicano de la Virgen de Guadalupe. Y por eso hubo quien creyó ver una escultura gigante en la región marciana de Cydonia: una “cara” en la roca que, con otra iluminación, resulta ser simplemente… una montaña.

A este fenómeno se le conoce como pareidolia: la tendencia del cerebro a reconocer patrones familiares, como caras, en estímulos vagos o aleatorios.

Hoy en día, las máquinas ya reconocen rostros humanos con una precisión asombrosa. Se han utilizado, por ejemplo, para identificar a autores de atentados en cuestión de horas. Pero alguien fue más allá: el artista Christian Loclair se preguntó ¿qué pasaría si aplicamos ese reconocimiento automático a imágenes de Google Maps? En otras palabras: ¿puede una máquina “sufrir” de pareidolia?

Junto con Google, desarrolló un sistema que permitía a las máquinas buscar “rostros” en imágenes satelitales. Los primeros resultados son, cuanto menos, sorprendentes. Un valle con torrentes forma la silueta de una pareja de aztecas tallados en jade, a punto de besarse. Una montaña recuerda el rostro de un hombre enfadado… o incluso un diablo.

Por ahora son solo pruebas, pero apuntan a algo intrigante. Porque incluso las máquinas —cuando se les entrena a mirar como nosotros— acaban viendo lo que no está… o tal vez sí. Todo depende del ángulo, la luz… y el deseo de encontrar sentido.

Nos toca reflexionar.

Hasta mañana.

Enviado por flexarorion a las 04:30 | 0 Comentarios | Enlace


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