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Ernesto Carmena: Ciencia y curiosidad en la radio 2025-05-27

Esta es una nota de mis colaboraciones en julio y agosto de 2014, en Onda Cero, en el programa de Eduardo Yáñez. No es exactamente lo que dije. Son las notas que tenía preparadas a la hora de ponerme ante el micrófono, no lo que dije.

Hoy quiero hablarles de un artículo fascinante que descubrí gracias a la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco. Un artículo de Ernesto Carmena. Me sorprendió muchísimo y me llevó a reflexionar sobre nuestra imagen tradicional de los dinosaurios.

Todo comenzó con la lectura de un artículo en Science, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo. En él se hablaba del descubrimiento de un dinosaurio en Siberia, de la época jurásica, que presentaba plumas y escamas a la vez.

Sabemos que las aves proceden de los dinosaurios, un hecho que ya no es ningún secreto. Pero lo interesante aquí es que este dinosaurio no pertenecía al grupo de los terópodos, el linaje del que surgieron las aves, sino que era un ornitisquio. ¿Qué significa esto? Que las plumas no eran exclusivas de los dinosaurios que dieron origen a las aves.

El fósil hallado corresponde a un dinosaurio herbívoro, bípedo, de aproximadamente 1,5 metros de largo, que vivió en el Jurásico. Los científicos le dieron el nombre de Kulindadromeus zabaikalicus y han estado estudiándolo con mucho detalle.

Este animal presentaba tres tipos de escamas, repartidas por las extremidades y la cola, y tres tipos de estructuras similares a plumas. Algunas eran cortas y simples, como pelos, cubriendo la cabeza, el tórax y la espalda. Otras, en los brazos y piernas, eran haces de fibras cortas que surgían de placas. Finalmente, en la tibia, aparecían estructuras con filamentos paralelos, las más parecidas a las plumas típicas de las aves.

¿Por qué es importante este hallazgo? Porque nos obliga a replantearnos la imagen tradicional de los dinosaurios. Siempre los hemos visto como reptiles con escamas, pero quizás debamos imaginar reptiles con plumas.

De hecho, muchos dinosaurios grandes probablemente perdieron sus plumas porque no las necesitaban para mantenerse calientes, pero originalmente todos pudieron haberlas tenido. Las plumas no fueron una rareza en los dinosaurios, sino la norma.

Así que la próxima vez que pienses en un dinosaurio, prueba a imaginar un cocodrilo emplumado. ¡Quizás esa imagen sea más cercana a la realidad de lo que pensamos!

Quiero darle las gracias a mi amigo Carmena por escribir sobre estas cosas tan interesantes.

Buenas noches. Hasta la próxima.

Enviado por flexarorion a las 05:59 | 0 Comentarios | Enlace


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