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Inicio > Historias > ¡Chin, chin!: brindemos por los dinosaurios.
¡Chin, chin!: brindemos por los dinosaurios. |
2025-04-23 |
Esta es una nota de mis colaboraciones en julio y agosto de 2024, en Onda Cero, en el programa de Eduardo Yáñez. No es exactamente lo que dije. Son las notas que tenía preparadas a la hora de ponerme ante el micrófono.
Buenas noches a todos:
Hoy quiero hablaros de dos cosas que, a simple vista, parecen no tener nada que ver: vino y dinosaurios. Sé que suena a mezclar churras con merinas, o a confundir la velocidad con el tocino, pero a veces, la ciencia nos sorprende con historias que conectan puntos insospechados.
Leyendo un fascinante artículo en la revista Nature Plants, descubrí que, gracias a las uvas fosilizadas de hace 66 millones de años —la misma época en que los dinosaurios casi desaparecieron—, aprendimos algo insólito. ¿Sabíais que las aves son dinosaurios evolucionados? Sí, ¡las aves actuales son sus descendientes!
¿Qué relación tienen los dinosaurios con el vino?
Al parecer, los grandes dinosaurios influían directamente en la configuración de los bosques. Su descomunal tamaño les obligaba a abrirse paso entre los árboles, rompiéndolos o pisoteándolos. Esto generaba bosques con árboles muy separados, donde la luz llegaba sin obstáculos hasta el suelo.
Cuando los dinosaurios desaparecieron, los árboles empezaron a crecer mucho más cerca unos de otros. Los bosques se oscurecieron, y en respuesta, muchas plantas evolucionaron. Comenzaron a trepar para alcanzar la luz del sol, imprescindible para su desarrollo. Entre estas plantas trepadoras se encontraba la vid, nuestra querida productora de uvas... y de vino.
Así que, brindemos por la extinción de los dinosaurios
En un giro inesperado del destino, aquel evento catastrófico —ya sea el impacto de un meteorito o el vulcanismo masivo, aún no hay consenso— no solo dio paso a los mamíferos, y eventualmente a nosotros, sino que también posibilitó la existencia del vino que tanto disfrutamos.
Como dice el refrán: «No hay mal que por bien no venga.» Así que, cojamos nuestras copas, llenémoslas con un buen tinto o blanco, o un vino espumoso, me quedo con un Prosecco, y brindemos por el meteorito (¡o lo que fuera!) que cambió la historia del planeta y nos regaló la oportunidad de disfrutar de un buen vaso de vino.
¡Chin, chin! Salud y hasta mañana.
Enviado por flexarorion a las 19:21 | 0 Comentarios | Enlace
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