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Números aleatorios |
2025-03-09 |
Esta es una nota de mis colaboraciones en julio y agosto de 2024, en Onda Cero, en el programa de Eduardo Yáñez. No es exactamente lo que dije. Son las notas que tenía preparadas a la hora de ponerme ante el micrófono.
Hola, amigos.
Hoy quiero hablaros de números aleatorios, un tema fascinante y esencial en muchos campos de la ciencia y la tecnología. La generación de números al azar, cuya secuencia no sea predecible, es crucial, por ejemplo, en criptografía. Sirven para garantizar la seguridad de las claves que se utilizan al intercambiar mensajes entre ordenadores. ¿Os habéis fijado en la “s” de https? Esa pequeña letra señala el uso de datos aleatorios para proteger la comunicación.
En 1965, trabajando en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, un compañero y yo nos dedicamos a competir para ver quién lograba generar los primeros mil números primos. Para ello, diseñábamos algoritmos cada vez más rápidos. Fue durante esas competiciones cuando descubrimos que el reloj del ordenador podía convertirse en una fuente excelente de números aleatorios. Iniciábamos un contador antes de ejecutar el algoritmo y, al generar los mil números primos, lo deteníamos. El tiempo registrado nos indicaba qué algoritmo había sido más eficiente.
Nos dimos cuenta de algo sorprendente: al ejecutar dos veces el mismo algoritmo, los resultados eran diferentes. Es decir, los resultados eran impredecibles y, por tanto, al azar. Por ejemplo, si nos centramos en la cuarta cifra decimal del tiempo registrado, el resultado resultaba totalmente impredecible. Así, el reloj del ordenador demostró ser una buena fuente de números aleatorios.
Pero no nos detuvimos ahí, decidimos complicar aún más el proceso. Ejecuciones consecutivas del algoritmo dependían de los resultados previos: si la cuarta cifra decimal era un 4, en la siguiente ejecución calculábamos diez mil números primos; si era un 5, cien mil. Al finalizar, nos quedábamos con la nueva cuarta cifra decimal.
Por supuesto, hay muchas otras formas de obtener números aleatorios, pero esta experiencia sigue siendo un bonito recuerdo.
Si os estáis preguntando quién ganó aquel reto, debo confesar que mi amigo Vicente se proclamó campeón... aunque con un truco ingenioso. Las reglas solo estipulaban que ganaba el algoritmo más rápido, sin especificar cómo debía construirse. Así que Vicente escribió directamente los primeros mil números primos en su programa, haciendo que este no generara nada, solo los imprimiera. Aunque rozaba la trampa, técnicamente cumplía las normas, demostrando que encontrar los resquicios de un reto también es una forma de inteligencia. Vicente fue, sin duda, el más astuto.
Desde aquí, un saludo a Vicente y a todos los oyentes. ¡Hasta mañana!
Enviado por flexarorion a las 08:02 | 0 Comentarios | Enlace
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