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El rey era reina 2015-08-11

El rey era reina

Publicado en Diario Vasco. Big Bang el 5 de septiembre de 2012

Autor. Félix Ares

El biólogo Jan Swammerdam demostró que el «rey» de la colmena tenía ovarios.
La miel ha sido un alimento básico para los humanos desde siempre. Nuestros antecesores pre-humanos ya la recolectaban de algún modo, como demuestra que hoy en día lo hagan nuestros primos los chimpancés. Su sabor dulce, que indica un alto contenido energético, la hacía altamente deseable para nuestros paladares por lo que la buscábamos y la recolectábamos. Casi con seguridad que las primeras bebidas alcohólicas se obtuvieron al diluir la miel con agua y dejarla fermentar. La miel procede del arduo trabajo de las abejas. Un trabajo inmenso. Para conseguir un litro de miel las abejas han tenido que hacer entre cien mil y quinientos mil viajes, dependiendo del tipo de flor. La miel ocupaba un importante lugar en las cocinas griega y romana; también se utilizaba como conservante del vino, y la carne sumergida en miel duraba un año sin corromperse. La miel formaba parte del ajuar funerario de muchas civilizaciones, como la sumeria o la cretense. Alejandro Magno fue enterrado con miel.
No sorprende por tanto que las abejas hayan sido estudiadas con gran detalle desde hace miles de años. Lo que sí sorprende es el enorme conjunto de ideas erróneas que se desarrollaron en torno a las mismas. Por ejemplo, el mito de su generación espontánea. El poeta romano Virgilio, al hablar de Aristeo –el guardián de las abejas–, nos da la receta para obtenerlas. Nos dice que Aristeo ofreció una adormidera a Orfeo y «cuatro soberbios toros inmolados y otras tantas terneras a Eurídice»... al noveno día «¡Oh prodigio! De las entrañas putrefactas de las víctimas, a través de los flancos desgarrados, se vieron salir miles de abejas zumbando...». Es curioso observar que esta idea de generación espontánea de los insectos permanece hasta el siglo XVII. El fin del mito se debe al biólogo holandés Jan Swammerdam, que fue uno de los primeros en utilizar el microscopio. Los apicultores sabían que cada colmena tenía un «rey» al que atribuían las funciones de «centro de control» de la misma. En su obra «Historia General de los Insectos», publicada en 1669, describe que el famoso «rey» tenía ovarios; es decir, que se trataba de una reina cuya única función era la de producir huevos; nada de «centro de control». El 1737 se publicó póstumamente otra de sus obras, «La Biblia de la Naturaleza», donde verificaba no solo que la única función de la «reina» era la de producir huevos, sino que, además, era la única abeja de la colmena que lo hacía y en cada colmena solo había una.

Enviado por flexarorion a las 20:02 | 0 Comentarios | Enlace


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