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La Gran Berta 2014-11-08

Para publicar en Diario Vasco. Big Bang el 15 de octubre de 2014

Un mortero alemán de 42 centímetros acabó con las fortificaciones

Las fortificaciones surgen como necesidad defensiva, para evitar que un pueblo fuera fácilmente sometido por el enemigo. Pero, como siempre en la guerra, hay una evolución de armas ofensivas y defensivas. Para destruir los muros de las fortalezas se inventaron las catapultas. Según se perfeccionaban estas, los muros se iban haciendo cada vez más gruesos.
Por poner un ejemplo, China disponía de unas catapultas a las que llamaban «tigre agazapado» que eran de tracción, es decir, que se accionaba por el empuje simultáneo de varios hombres. A lo largo de la historia sufrió mejoras, como tener un contrapeso. Sus murallas estaban hechas para resistir ese tipo de catapulta, pero para su sorpresa, el mongol Kublai Khan llevaba otro tipo de catapulta, desarrollada en Persia, de grandes contrapesos que la hacía mucho más destructiva. Incluso se ha dicho –Rustichello–, pero casi seguro que es leyenda, que fueron los Polo, los familiares del famoso Marco Polo, los que diseñaron alguna de las catapultas de Kublai Khan. El caso es que ese tipo de catapulta era mucho más destructiva que las chinas y con ellas destruyeron con cierta facilidad las murallas de defensa de sus ciudades.
Cuando aparecen los cañones de pólvora, las murallas tienen que hacerse más resistentes. Mejores armas, mejores murallas.
La Primera Guerra Mundial, de la que estamos celebrando su triste centenario, dio un vuelco a esa idea. Bélgica tenía tres fortificaciones consideradas casi inexpugnables y cuyas murallas resistían a las armas más poderosas. Eran las fortificaciones de Lieja, Namur y Amberes. En 1914 sus murallas fueron destrozadas por morteros de 42 cm, desarrollado por la empresa Krupp alemana. La heredera del imperio industrial Krupp se llamaba Berta. Cuando la empresa creó su mortero de 42 cm, se referían a él con el nombre informal de Dicke Berta, «Berta la gorda», o como nos ha llegado a nosotros «Gran Berta». Para dispararlo se necesitaba un cañón que pesaba 43 toneladas. Esto nos dice que su transporte e instalación eran muy complejos. Pero una vez instalado, su poder de destrucción era demoledor. Ninguna de las tres fortalezas belgas resistió, ni tampoco lo hizo la fortaleza francesa, cercana a Calais, llamada Mauberge.
La «Gran Berta», más la incipiente fuerza aérea formada por zepelines y aviones, hicieron que las murallas dejaran de tener sentido como protección. Ni que decir tiene que eso significó el fin de las murallas de muchas ciudades, cuya estructura cambió.

Enviado por flexarorion a las 20:28 | 0 Comentarios | Enlace


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