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Hitos de la biologia del siglo XX (3b): La revolución verde 2008-08-16


1945: La revolución verde
Se suele situar el principio de la llamada «revolución verde» en 1945, aunque como toda actividad humana compleja no es fácil ponerle un principio.

La historia comienza en 1943 en México. En aquel momento sus cosechas de grano eran muy poco productivas. Por mencionar unos ejemplos, la producción de maíz por hectárea era aproximadamente un cuarto de la Estados Unidos. La producción de trigo (con irrigación) era de 800kg/ha.

El Ministerio Mexicano de agricultura, con ayuda de la Fundación Rockefeller de Estados Unidos, iniciaron un ambicioso proyecto de investigación, tratando de conseguir aumentar las cosechas y disminuir la dependencia de México de la importación de granos.

Empezaron con el maíz pues es y era la base de la comida mexicana, de las famosas «tortillas». Los agrónomos mexicanos ya habían descubierto que las variedades de Estados Unidos no servían para México y habían identificado muchas variedades nativas en su país.

El maíz es una planta que utiliza la polinización cruzada; es decir, el polen que poliniza una flor procede de otra planta. Por eso, lo que recogía el agricultor era muy variable. Había plantas altas y bajas; mazorcas grandes y pequeñas, con muchos granos, con pocos, gordos, flacos, amarillos, rojizos,... todo ello hacía más trabajosa la recolección. Y había algo más grave: la maduración se producía en tiempos distintos. Por esa razón era prácticamente imposible cosechar en el momento adecuado, puesto que cada planta tenía un momento adecuado diferente. Al recogerlas a destiempo, o bien los granos no estaban maduros, o ya se habían empezado a estropear. Debido a la polinización cruzada era imposible conseguir una cierta uniformidad.

Para mejorarlo se cultivaron diversas variedades en zonas aisladas de otras plantas de maíz, para evitar que los pólenes se cruzarán. Y después, a mano, se cruzaban unas variedades perfectamente controladas con otras y se veían los resultados. Los híbridos que daban mejores rendimientos eran los candidatos a plantarse.

Para hacer los híbridos se procedía tal como he dicho, mantener cosechas separadas de las dos dos variedades que se iban a cruzar y después hacer la polinización cruzada. De ese modo se conseguían aunar las mejores características de una variedad y las de la otra y normalmente había una cierta mejora debido al «vigor de los híbridos».

El problema, como muy bien había demostrado Mendel, es que los hijos de los híbridos ya no son como los padres sino que se parecen a los abuelos y a veces son estériles, como ocurre por ejemplo con la mula, que es un híbrido de caballo y burro. Además, en el lugar de crecimiento se han contaminado con otros pólenes; pues no se hace en lugares aislados. Es decir, la mayoría dejan de ser híbridos. Por eso, las semillas híbridas hay que hacerlas cada año. Los granos cosechados no sirven de semilla para el año siguiente. Lo mismo que las mulas hay que «fabricarlas» cada vez, pues ellas no se reproducen, salvo rarísimas excepciones. Esa sin duda es una pega.

Edwin Willhausen logró otra solución al problema. En campos aislados cultivada tres o cuatro variedades diferentes (elegidas por sus características) y se dejaba que se polinizasen al azar. Después, el agricultor elegía las mejores como semillas del año siguiente. A esto se le llamaba «semillas sintéticas» y lograba aumentar la producción en un 10-20%.

Los resultados de estas investigaciones no tardaron en llegar, en 1948 se plantaron 1 400 toneladas de granos mejorados. Hubo tiempo favorable. La cosecha abundante. Y ese año, por primera vez desde la revolución de 1910, no tuvieron que importan maíz.

En los años 60 del siglo XX más de un tercio de los maizales mexicanos se plantaban con granos mejorados. La producción total había pasado de dos millones de toneladas a seis.

El trigo es una planta que se autopoliniza, es decir los pólenes son de la misma planta. Pasan del estambre al estigma. Por tanto no tienen el problema de los cruzamientos indeseados. El director del programa del trigo, Norman Borlaug, comenzó probando 700 variedades de trigo, tanto nativas de México como de otros lugares. Aunque algunas de las variedades importadas daban una mayor cosecha y eran resistentes al moho, pero necesitaban días más largos que los de México. Cruzando los trigos importados con las mejores variedades mexicanas, Borlaug consiguió cuatro variedades cada una de ellas adaptada a distintos hábitat de México.

Como la planta es autopolinizable, para hacer los cruces, en sus experimentos hacían la polinización a mano; pero una vez que se entregaba a los agricultores, éstos podían utilizar parte de lo cosechado como semillas para el año siguiente sin ningún problema.

En 1951 las nuevas variedades se cultivaban en el 70% de la superficie. Y la productividad media nacional había pasado de 800 kg/ha a 1 300 kg/ha. Ya no necesitaban importar trigo.

El siguiente paso fue ver qué pasaba si se aumentaban los fertilizantes. Debemos recordar que gracias a que ahora los nitratos eran sintéticos se podían conseguir. Experimentos en tierra bien irrigada y con drenajes adecuados demostraron que fertilizando con 140 kg/ha de nitrógeno multiplicaba la cosecha por cuatro.

Otro de los problemas habituales es que si la cabeza con granos del trigo engordaba tenía tendencia a encamarse. Para evitarlo, las características deseables serían tallos más cortos y más robustos. Los especialistas en el mundo de hacer trigos enanos (como de árboles enanos) eran los japoneses. Borlaug en 1953 mezclando variedades enanas japonesas con las nativas mexicanas logró obtener dos nuevas variedades que permitían dos cosechas al año.

El resultado fue que en 1966 las nuevas variedades producían 7 Tn/Ha. Una década después todo México usaba estas nuevas variedades y la media del país producía 3 Tn/Ha, mientras que las de 1950 eran menos de la cuarta parte.

En Asia el alimento de referencia es el arroz; así que había que hacer algo similar a lo que se había hecho en México con el arroz. En 1961 se creó un equipo multidisciplinar e internacional en Los Baños, Islas Filipinas, en la provincia de Luzón. Se llamó (y se llama) International Rice Research Institute -- Instituto Internacional de Investigación del Arroz-- (IRRI). Se atrajo al Instituto a investigadores del mundo de gran calibre con excelentes condiciones de vida y un salario alto a nivel internacional. También estuvo financiado por la Fundación Rockefeller.

De un modo similar a como se hizo en México, se buscaron arroces en toda Asia y en 1962 se habían encontrado dos variedades prometedoras. La Peta procedente de Indonesia y la Dee-geo-woo-gen, una variedad de tallo enano y robusto, procedente de Taiwan pero con el problema de que el gen del enanismo era recesivo. A partir de esas dos variedades, en 1966 consiguieron una nueva. Le dieron el nombre de IR8. No sólo era más resistente al viento y al moho sino que como era muy poco sensible al fotoperiodo (la duración del día), lo mismo se podía cultivar en invierno que en verano. Maduraba en menos de 130 días lo que permitía tres cosechas anuales. Se liberó para que se plantase en Filipinas y fue un éxito inmediato; tanto que se le llamó «el arroz milagroso». Para hacernos una idea de su «milagrosidad» baste decir que en 1961 la producción por hectárea de Filipinas era de 1,2 Tn/Ha y en 1981 (veinte años después) era de aproximadamente 2,5 Tn/Ha. Además, al tener más rendimiento, se cultivó una mayor extensión de tierra, por lo que la producción total de arroz de Filipinas, teniendo en cuenta que no todos los agricultores utilizaban la nueva variedad, pasó en veinte años de 3,7 millones de toneladas a 7,7 millones.

En los primeros momentos no siempre las nuevas variedades eran un éxito. Fallaban muchas cosas; por ejemplo, que los terrenos no estaban adecuadamente irrigados o drenados, que no suministraban abonos o insecticidas suficientes o en los momentos debidos. El problema de la irrigación, que sigue siendo uno de los grandes problemas hoy en día, por la escasez de agua, tuvieron que solventarlo los campesinos por su cuenta, o prescindir de las nuevas variedades; pero en cuanto al fertilizante e insecticida dos consejeros mexicanos trabajando en El Salvador tuvieron la idea de vender todo empaquetado: semillas, fertilizante y el insecticida. De ese modo simplificaban y normalizaban el trabajo de los campesino. Fue un éxito.

Los éxitos en México y en Filipinas llevaron a otros países a crear centros de investigación. En el mundo se crearon dieciséis centros similares a los ya mencionados. Fueron financiados fundamentalmente con fondos públicos (agencias del sistema de Naciones Unidas y Banco mundial). Esos dieciséis centros forman el CGIAR (Grupo Consultivo Internacional sobre Investigación Agrícola). En dichos centros trabajaban entre 20 000 y 45 000 científicos del tercer mundo. Han repartido, hasta el año 1998, más de 750 nuevas variedades de trigo, arroz, maíz, sorgo, mijo, frijoles, patata y mandioca. Han creado un germoplasma (semillas y esporas) con casi un millón de muestras que se han distribuido por todo el mundo. Sin duda son los responsables de que cientos de millones de personas no hayan muerto de hambre.



Ahora bien, casi todo lo que hacemos los humanos tiene dos caras. Nunca nada es perfecto. Inicialmente se cometen errores.

La revolución verde tenía tres patas básicas: nuevas variedades, fertilizantes y pesticidas.

Los fertilizantes, nitratos, están llegando a los sistemas de agua potable y ya hay sitios donde su nivel es superior al aconsejado por la OMS (Organización Mundial de la salud). Una observación a hacer aquí es que si hubieran usado estiércol el problema hubiera sido mayor. No es un problema de que sea artificial; es un problema de cantidad.

Los pesticidas han creado diversos problemas. Por un lado han intoxicado a muchas aves y otros seres vivos. Por otro, como la evolución funciona, aunque los creacionistas de Estados Unidos se crean lo contrario, las plaga se están haciendo resistentes y los plagicidas son menos eficaces.

El cultivo intensivo está haciendo que las tierras se queden sin algunos oligoelementos que no van en el fertilizante; por ejemplo zinc y cobre. Por otro lado, el contenido de boro del agua (alcalina) con el que se riegan algunos campos está mostrando su toxicidad. También se está produciendo una salinización de las tierras. Por lo que ha empezado a notarse en efecto de un menor crecimiento. O mejor dicho, una desaceleración del crecimiento.

No debemos olvidar que «fabricar» las semillas, los fertilizantes y los plagicidas exigen un fuerte consumo de energía. Ni que la mecanización de la producción exige el consumo de combustibles; como lo exigen el regadío y el transporte a los mercados. Todo eso significa que la agricultura es dependiente de la disponibilidad de petróleo (o de otras fuentes de combustibles) baratos; en caso contrario mucha gente puede morir de hambre. Y lo que está ocurriendo últimamente con precios del petróleo subiendo a una velocidad de vértigo, nos hace pensar que hay que buscar soluciones alternativas.

Debemos tener en cuenta también que la revolución verde se hizo pensando en plantas muy bien irrigadas; lo que no siempre es posible. También debemos tener en cuenta que la distribución de los paquetes de semillas+fertilizante+plaguicida exige una red de distribución, lo que no existe en todas partes. Y para terminar de ennegrecer el panorama, los paquetes no eran gratis, alguien tenía que pagarlos y en muchos sitios, fundamentalmente de África, no tenían ingresos para pagarlos.

Sin duda que hay más problemas, como también es cierto que la revolución verde se basó en más de las tres patas que he comentado; pero creo que con estas pinceladas nos damos una idea de lo ocurrido.

El panorama actual es que la población crece a un ritmo mayor del que crece la agricultura. Los hábitos alimentarios en países muy poblados están cambiando hacia productos (carne) que consumen mucho grano. Los terrenos pierden parte de su capacidad de producción. La agricultura es el mayor contribuyente al cambio climático...

No es un panorama halagüeño. Necesitamos una «Revolución Verde 2» que no cometa los errores de la primera. Como veremos en el apartado que dedicaremos a ello; necesitamos una revolución verde integral, que tenga en cuenta no sólo que las variedades sean más productivas para una cierta zona en condiciones ideales; hay que hacerlo para condiciones reales (tierras no ideales, mal irrigadas, con mal drenaje, salinizadas,...), también hay que tener en cuenta los condicionantes sociales, culturales, económicos... para lograr el éxito: dar de comer a toda la población mundial. Y hay que ser consciente de que tal vez las prioridades no sean nuevas variedades, sino crear infraestructuras adecuadas y aumentar el nivel de educación de la población. Muchas veces la escasez de alimentos no se debe a una falta de producción; se debe a que no hay sitios adecuados para almacenarlos y se estropean. Por ejemplo, ya sabemos que en África faltan muchas infraestructuras; pero tal vez no pensemos en que faltan frigoríficos. Tal vez pensemos que eso son lujos; pero no lo son. Los frigoríficos evitan que muchos alimentos se estropeen. No se trata solo de frigoríficos, se trata de silos, de almacenes, de medios de transporte... todos ellos adaptados a las condiciones tanto físicas como sociales del lugar.

Para acabar con este punto simplemente quiero decir que o triunfamos en la «revolución verde 2» o muchas personas van a morir de hambre, y, nosotros, habitantes del primer mundo, vamos a vivir peor.

Enviado por flexarorion a las 19:22 | 2 Comentarios | Enlace


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Comentarios

1
De: befinde Fecha: 2008-08-26 17:31

toc, toc!!!

Falso, falso y falso. Desperdiciamos mas de la mitad de comestibles que se producen el problema no está en los modelos de agricultura, que también ya que aunque producimos más desgastamos más el planeta, al final lo que conseguimos en aumentar la producción, pero en unos 20, 30 años nos cargamos el planeta. El problema es el sistema socioeconómico, el capitalismo o lo cambiamos o nos morimos de hambre ya que existen muchos monopolios alrededor del petroleo que impiden un cambio energético, por ejemplo



2
De: JWF Fecha: 2008-08-26 23:42

Verdaderamente interesante el artículo, pero como siempre planteamos el problema, sabemos donde nos duele, pero no cómo curarlo. Una revolución verde 2.0 es necesaria pero ¿cómo ha de ser?



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