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Inicio > Historias > Albert Robida (La vida eléctrica)
Albert Robida (La vida eléctrica) 2008-08-06

Me he tomado unos días de vacaciones y aprovecho para retomar este blog que está muy, pero que muy abandonado.

Para leer durante los días de descanso compré en Amazon, que dicho sea de paso, parece ser que acaba de comprar Abebooks y por tanto Iberlibro, que eran las otras opciones que yo usaba de vez en cuando. Así que ahora ya casi solo me queda Amazon. Pero a lo que iba, me llevé «Le Vingtième Siècle. La Vie Électrique» del autor francés Albert Robida.



Yo no lo sabía, pero resulta que es un autor muy conocido, sobre todo en Francia, donde le consideran otro Julio Verne. Incluso hay algunos que dicen que algunas de las ideas de sus novelas Verne las copió de Albert Robida.

Al leer una página de fans del autor me entero de que también se le atribuye que escribió sobre «la máquina del tiempo» antes que H. G. Wells. La verdad es que últimamente me estoy enterando de que as Wells le han salido varios competidores. Uno de ellos es español, Enrique Gaspar y Rimbau, que describe una máquina del tiempo en su obra «El Anacrónopete». Me la acabo de leer y lo cierto es que describe una máquina del tiempo, pero la explicación que da es del estilo «superman»: si das la vuelta a la tierra al revés, el tiempo va para atrás.

Siempre es interesante leer libros antiguos que hablen del futuro, pues te das cuenta de lo que pensaban sobre él nuestros antepasados y de la imposibilidad de hacer una predicción correcta.

La obra habla de 1955, donde todo está movido por electricidad. Pero es una electricidad de lo más rara. En la obra no se habla de generadores de electricidad sino de almacenes de electricidad. Y es una electricidad capaz de controlar el clima, hacer llover a voluntad y de crear anti-tormentas para evitar una tormenta. Claro que el librito empieza con un accidente que crea una tormenta artificial que afecta a mucha gente. Resulta que estos accidentes son frecuentes y que las personas en sus casas debe ir con zapatillas aislantes para evitar ser electrocutados. También lanzan con electricidad cosas a distancia. No me pregunten cómo. No lo sé. No lo dice.

La obra es bastante amarga con la ciencia y en su crítica acierta algunas cosas: que la vida moderna lleva al estrés, que hay que tomarse vacaciones de vez en cuando (creo que eso de ir al campo de vacaciones a descansar de los nervios de la civilización moderna es un invento de Robida). Y la obra termina... Bueno no se lo desvelo, pero es un ataque en toda regla a la ciencia y una visión romántica de un mundo anterior (a 1955) que probablemente nunca existió.



Pero lo más sorprendente es que tras esa visión amarga de la tecnología es capaz de prever cosas que hay hoy en día con cierta aproximación. Hay cuatro inventos de los que se habla continuamente en toda la obra: el telefonoscopio, el helicóptero, los tubos y la guerra química y bacteriana.

El telefonoscopio, como su nombre indica, es algo que a través de la línea telefónica es capaz de mandar voz e imágenes (supongo que en colores, pero en el texto no lo aclara) en movimiento (como en la televisión actual) y documentos (fax, periódico). También es capaz de grabar los mensajes de voz y las imágenes.

Además tiene una peculiaridad, se puede acceder a los mensajes que te hayan dejado desde cualquier sitio sea el habitual o no. De hecho en la obra varias veces van a varias oficinas públicas desde las que pueden acceder a sus mensajes telefonoscópicos (me recuerda enormemente a un cybercafé). Es decir, nos está hablando casi de lo que es hoy Internet. Ni que decir tiene que él no da ninguna pista de la tecnología que hay por detrás, simplemente dice que es «electricidad».

El nombre es largo pero bonito y mucho más correcto que el de televisión que mezcla una raíz griega (tele) con otra latina (vision). Aquí todo es griego. Como es tan larga, la gente de la novela dice sencillamente «tele».

Helicóptero. Es una palabra que utiliza muchas veces. Se trata de pequeñas naves que vuelan. Hay otras más pequeñas, monoplaza, que se llaman «aeroflechas». Están en todas partes y es el vehículo habitual. Para poder controlar el tráfico aéreo cada nave va a distinto nivel y hay faros en todos los montes que señalan la rutas y las alturas. Las casas de los ricos tienen «puertos» en el aire y los «yates» son naves aéreas de lujo. La palabra helicóptero no es de Robida, la usó por primera vez el francés Gustave Pontón en 1863 (unos años antes de la edición de este libro).

Es un poco sorprendente que siendo las aeroflechas y helicópteros los vehículos habituales, en la página 227, los turistas llegan en manada (eso no es lo sorprendente) en diligencias tiradas por caballos (eso sí lo es).

Tubos. Son trenes de alta velocidad que van dentro de un gran tubo metálico. Hay rutas que cubren toda Francia. No nos aclara a qué velocidad van.

Guerra química y bacteriológica. En toda la obra se habla de guerra química con gases venenosos y de guerra bacteriológica, para la que crean el ministerio de la «medicina ofensiva». Para defenderse de las propias miasmas ofensivas, el inventor de la obra crea una medicina que es capaz de curar todo, de matar todas las bacterias y bacilos. E incluso de curar la anemia (no sé porque extraña razón para Robida en el año 1955, con la vida vertiginosa que se tiene, todos están de los nervios y anémicos).

Además de estos inventos «hardware», Robida también nos da unos planteamientos sociales interesantes. Acierta de pleno cuando dice que las mujeres tienen derecho a voto y que siguen luchando por sus derechos en el parlamento... Ve a las mujeres como ingenieros y científicos... aunque en el capítulo último se ve claramente que prefiere la mujer del siglo XIX, dedicada a su casa y al arte.

Para acabar quiero comentar que me hace gracia el concepto de ciencia (que, sin duda era el del siglo XIX). Ésta se hacía por unas pocas mentes privilegiadas que saben de todo, desde matemáticas a electrónica pasando por medicina o biología. Lo mismo hacen bombas, «ordeñan» energía de los planetas o inventan antibióticos. Y en todo el mundo hay muy pocos científicos.

Pues nada más eso es todo. Se me olvidaba, yo l he comprado en papel pues soy antiguo y me gusta tocar los libros, subrayarlos y olerlos, pero si queréis descagarlo, podéis hacerlo gratis en el proyecto gallica, exactamente pinchando aquí y leyendo y pinchando un par de veces más. Se obtiene el libro facsímil en PDF.

Más información sobre Albert Robida aquí
Dos portadas de libros para descargar de Albert Robida aquí


Enviado por flexarorion a las 19:36 | 1 Comentarios | Enlace


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Comentarios

1
De: rvr Fecha: 2008-08-06 22:16

Vaya, qué interesante. Qué pena que no sepa leer en francés.



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