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La Isla de San Borondón (la octava isla Canaria) 2003-03-01

La Isla de San Borondón (la octava isla Canaria)

El padre Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) era un gran pensador, con gran espíritu crítico. Una persona de la que merece la pena conocer su opinión. En esta historia vamos a ver sus ideas sobre la fantástica Isla de San Borondón, la octava isla de las Islas Canarias. Una isla que aparece y desaparece...

En el apéndice 1, reproducimos todo el texto del Padre Feijoo. La verdad es que da gusto seguir sus razonamientos y ver cómo va desmontando hipótesis una a una hasta quedarse con lo que es razonable.

La famosa Isla de San Borondón, o San Brandán, es una de esas islas fantasmas, que aparecen y desaparecen,... y de las que incluso hay mapas, aunque nadie sepa cómo llegar a ella.

Las Islas Canarias son siete, sin embargo hay muchos testimonios de personas que dicen haber visto, en días claros, al oeste de las islas de La Palma, El Hierro y La Gomera, otra Isla. A veces se ve brumosa, otras se ve perfectamente nítida e incluso se ven los árboles.

El nombre de “San Borondón” no es nada más que la deformación de San Brandán, un monje Irlandés que, tras muchas aventuras, llegó con otros tres monjes a una isla que estaba llena de árboles y de vegetación, parecía suelo sólido y firme. Celebraron misa y la isla empezó a moverse. Se trataba de una enorme criatura...

Tras la conquista de las Islas Canarias se habla de una octava isla en la que nadie podía poner el pie. Se cree en ella de modo generalizado, puesto que puede verse con cierta frecuencia.

Dado que es una isla que aparece y desparece, y que han leído las leyendas de San Bradán, ¿qué mejor cosa que identificarla con la isla flotante del santo?

El padre Feijoo explica muy bien las razones por las que la isla no puede ser real y apunta dos posibles hipótesis para explicar los hechos.

Debemos observar que él no rechaza los testimonios; es más, cree que tantos testimonios es difícil que no tengan algo de realidad; pero lo que sí hace es buscar una explicación racional al tema.

La primera explicación es la conocida como “Fata Morgana” que se ve habitualmente en la ciudad de Reggio, en el Reino de Nápoles. Consiste en que muchas veces, se ve sobre el mar un magnífica ciudad, en la que se ven edificios, árboles, e incluso hombres y animales. El Padre Feijoo habla de Reggio, pero lo cierto es que estos fenómenos son muy típicos de todo el estrecho de Mesina.

Aunque no lo describe el padre Feijoo, también sabemos que aquellas tierras se han visto barcos en el cielo, bien boca arriba, bien boca abajo.

Hoy sabemos que se trata de espejismos debidos a que en la atmósfera se forman lentes. Por ejemplo, una capa de aire frío, otra de caliente y otra de aire frío producen una lente, que curva los rayos de luz y hace aparecer el barco que navegaba en el mar donde no puede estar. Es lo mismo que ocurre con los espejismos del desierto.

Incluso puede ocurrir que haya más de una refracción y que se vean varias imágenes del barco, del Sol o de la Luna.

El segundo fenómeno al que invoca Feijoo, es una nube que hace de espejo. El fenómeno que él describe es que un científico de Marsella ha visto que desde la playa de la ciudad, mirando al mar, se ve una copia de la misma ciudad.

La única explicación es algo que haga de espejo.

Una vez más el espejo podría estar formado por capas de aire de distinta densidad.

En Escocia, el 23 de junio de 1744 apareció flotando sobre las montañas un ejército. El testimonio es de veintisiete personas.

En 1818, con el cielo despejado y claro, cerca de la Isla de Baffin, un barco inglés buscaba el “pasaje del noroeste”, una zona que debería unir el Atlántico y el Pacífico. Frente a ellos vieron una enorme cordillera que se extendía por todo el horizonte. Desilusionados volvieron a casa.

Setenta y cinco años más tarde, la expedición comandada por el famoso capitán Perry se encontraba con la misma barrera y la bautizaron con el nombre de “Tierra de Crocker”, en honor a su mayor financiador: George Crocker.

En 1913 una nueva expedición, organizada por el Museo Americano de Historia Natural, buscaba la Tierra de Crocker y la encontraron, pero nada menos que doscientos kilómetros al noroeste de donde se la había encontrado Perry.

Pero ocurrió algo muy raro: según se acercaban a las montañas se iban alejando. Si ellos se paraban, las montañas se paraban. Si ellos avanzaban, las montañas avanzaban. Al ponerse el Sol, las montañas desaparecieron. Toda una impresionante cordillera se había esfumado.

En Alaska, en el verano de 1897 una expedición vio cerca del monte San Elias una “Ciudad Silenciosa” sobre un glaciar. C. W. Thornton, miembro de la expedición, escribió: “No se requiere ningún esfuerzo de imaginación para pensar que aquellas imágenes eran una ciudad, eran tan nítidas que si se requiere, sin embargo, una gran fe para creer que realmente no eran una ciudad”. Otros testigos dijeron: “Se veían casas, calles bien definidas, y árboles. Por todas parte se levantaban sobre enormes edificios altas espirales.”

Todos los ejemplos que hemos visto: Ciudades en el mar, barcos en el aire, oasis en el desierto, barreras montañosas, islas, ... no son otra cosa que manifestaciones de la curvatura de los rayos de luz por las distintas densidades de las capas atmosféricas.



En esta página, vienen algunos buenos ejemplos: http://www.unmuseum.org/mirage.htm
---

APENDICE 1: En su Teatro Crítico Universal (Tomo cuatro) http://www.filosofia.org/bjf/bjft410.htm en el apartado 26, nos dice:

§. X

26. {Isla de San Borondón} A alguna distancia de las Islas Canarias se señala otra, a quien se dio el nombre de San Borondón, y de quien se cuenta una cosa muy extraordinaria. Dicen que esta Isla se descubre desde la que llaman del Hierro, cuando los días son muy claros; pero por más diligencias y viajes que se hicieron para arribar a ella, jamás pudieron encontrarla. El Doctor Don Juan Nuñez de la Peña, en su Historia de la Conquista y antigüedades de las Canarias refiere que el año de 1570 salieron en tres Navíos a buscarla Hernando de Troya, Fernando Alvarez vecino de Canarias, y Hernando Villalobos, Regidor de la Isla de Palma: como también el año de 604 salió otro Navío de Palma, que llevaba por Piloto a Gaspar Pérez de Acosta, y al Padre Fr. Lorenzo Pinedo, del Orden de San Francisco, insigne hombre de Mar; pero en uno y otro viaje, no sólo no se encontró la pretendida Isla, pero ni aún vestigio en los aguages, fondo, vientos, y otras señales que se observan cuando hay tierra cercana. Tengo también noticia de que habrá diez u once años, siendo Gobernador de las Canarias Don Juan de Mur y Aguirre, sobre nueva noticia de que se había divisado la Isla, se despacharon Embarcaciones a buscarla, y volvieron como las antecedentes.

27. Sin embargo, el Autor citado asiente a la existencia de dicha Isla, movido por unos papeles viejos que vio en poder del Capitán Bartolomé Román de la Peña, vecino de Garachico, en quienes se contenía una información hecha el año de 1570, en la Isla del Hierro, de orden de la Audiencia, por Alonso de Espinosa, Gobernador de aquella Isla. En dicha información deponen muchos haber visto la Isla en cuestión desde la del Hierro, y que el Sol se escondía, al ponerse, por una de sus puntas. Esto es lo más jurídico que hay en comprobación de su existencia, porque lo demás se reduce a deposiciones singulares y cuentos de algunos Marineros que por [275] accidente arribaron a ella; pero no pudieron detenerse por los rigurosos temporales que les sobrevinieron.

{(a) En un Manuscrito que tengo sobre la cuestión de la Isla de San Borondón, cuyo Autor es un Jesuita que poco ha era Rector del Colegio de Oratava en la Isla de Tenerife, leí una particularidad de la información hecha el año de 1737 en prueba de la existencia de aquella Isla, que arguye ó que no se hizo jamás tal información, ó que se hizo con testigos más veraces. Uno de ellos, que decía haber estado en aquella Isla forzado de los vientos al venir del Brasil en una Carabela Portuguesa, cuyo Piloto se llamaba Pedro Bello, depuso entre otras cosas, que había visto en la arena de la playa pisadas humanas de la gente que habitaba la Isla, que representaban ser los pies doblado mayores que los nuestros, y a proporción la distancia de los pasos. Añade el Jesuita, que el mismo Piloto, y un compañero suyo, que fueron los otros dos testigos examinados, en lo principal estuvieron contestes. ¿Quién se acomodará, a creer que en un sitio tan vecino a las Canarias, y debajo del mismo clima haya Gigantes tales, cuales no se ven no sólo en las Canarias, mas ni en otra parte alguna del mundo? Así aquella información, si se hizo, más es una prueba en contrario que a favor. El Jesuita que citamos, dice que de dicha información nadie ha visto sino una copia simple que dejó Próspero Gazola, Ingeniero avecindado en las Canarias por los años de 1590, y se inclina a que fue supuesta. Aunque nosotros damos a la Isla cuestionada el nombre de San Borondón, el Jesuita la llama siempre de San Blandón.}

28. Tomás Cornelio en su Diccionario Geográfico se inclina al mismo sentir de que realmente hay tal Isla, aunque conviene en el hecho de que en muchas tentativas que se hicieron, jamás se pudo encontrar. En uno y otro procede sobre la fe de Linschot, que es el único Autor que cita, y que lo es de una descripción de las Canarias. Yo por el contrario estoy persuadido que la Isla de San Borondón es una mera ilusión; para lo cual me fundo en las observaciones siguientes.

29. Observo lo primero, que las distancias en que colocan esta Isla, respecto de la del Hierro, (que es de donde dicen se divisa) los Autores que quieren acreditar su realidad discrepan enormemente. Tomás Cornelio la pone cien leguas distante de la del Hierro: otros en la [276] cercanía de quince a diez y ocho leguas. Esta diversidad por sí sola basta a inducir una suma desconfianza de las noticias que nos dan de esta Isla sus Patronos. Donde debe advertirse, que si la distancia fuese tanta como dice Tomás Cornelio, sería imposible verla desde la Isla del Hierro.

30. Observo lo segundo, que si la distancia fuese tan corta que desde una Isla se descubriese la otra, es totalmente inverosímil que algunas de las embarcaciones destinadas a buscar la Isla pretendida, no hubiesen dado con ella. Dicen algunos, ó por mejor decir se echan a adivinar que esta siempre cubierta de nubes que estorban el hallazgo. Pero si es así, ¿cómo se ha visto a veces desde la Isla de Hierro? Más: ¿Quién quita a las embarcaciones irse derechamente a esas mismas nubes, ó nieblas que la cubren? Las cuales, bien lejos de ser estorbo antes servirían de guía. Y en caso que se finja ser aquellas nubes como la de la Georgia, que nos permita penetrarse, ¿cómo arribaron algunos Marineros por casualidad (según se cuenta) a aquélla Isla? Más: En aquellos días clarísimos en que se divisa desde la del Hierro, fácil sería despachar prontamente un bajel, el cuan en este caso no la perdiera de vista.

31. Dicen ó sueñan otros, que la corriente del agua es tan violenta en aquel sitio, que desvía a los bajeles, precisándolos a otro rumbo. ¿Pero cómo arribaron los que se dice que por casualidad arribaron? ¿O ese grande ímpetu es a tiempos, ó contínuo? Si a tiempos, fácilmente se puedo observar coyuntura favorable para que arribasen las embarcaciones destinadas a este intento. Si contínuo, ningún bajel podría arribar jamás. Estas razones, y otras que se pudieran añadir, son tan fuertes, que algunos previéndolas han recurrido a milagro, como se puede ver en Tomás Cornelio: recurso infeliz de fenómenos deplorados. No hay mentira que no pueda defenderse de este modo. Mala causa tiene el reo que se acoge a sagrado; y suena en algún modo a sacrílega osadía buscar la Omnipotencia para que haga sombra a una patraña. [277]

32. Observo lo tercero, que según la regla comunísima y prudentísima que hasta ahora se ha observado, para condenar por fabulosas varias noticias pertenecientes a la Historia naturas, se debe asimismo condenar por fabulosa la Isla de San Borondón. Es cierto que lo que los antiguos Naturalistas nos dejaron escrito de hombres con cabezas caninas, otros con los ojos en los hombros, otros sin boca, que se alimentan de olores, &c. se derivó de algunos Viajeros que decía haber visto aquellas monstruosidades. No obstante lo cual, porque en los muchos viajes que en estos últimos siglos se hicieron por las Regiones de Africa, y Asia, no se encontraron tales hombres, se tienen por fabulosos. Aplicando esta regla a nuestro caso, digo que en atención a que la Isla de San Borondón jamás fue encontrada por los que de intento la buscaron, se debe despreciar la relación de uno u otro Marinero que dijeron haber aportado a aquella Isla.

33. Observo lo cuarto, que la información hecha de haberse visto algunas veces la Isla de San Borondón desde la del Hierro, nada prueba. Es constante que en los objetos que por muy distantes se divisan confusísimamente, cada uno ve lo que se le antoja, y suele ser la apariencia muy distinta de la realidad; un peñasco representa ser edificio, la junta de muchas peñas una Ciudad formada, un rebaño de cabras nieve que cubre la cima del monte. ¿Qué dificultad, pues, hay en que a muchos vecinos de la Isla de Hierro se les representase ser Isla alguna nube ó niebla, que a tiempos se levante hacia aquella parte donde colocan la Isla de San Borondón? Puede aquel sitio, por razón de los minerales que estén sepultados en él, ser más a propósito que otros para levantar a tiempos hálitos ó exhalaciones, que miradas de lejos hagan representación de Isla, ó Montaña que se eleva sobre las aguas.

34. ¿Qué digo yo de objetos distantes? Aún en los más cercanos suceden semejantes ilusiones. Pocos años ha que en la Ciudad de Santiago se hizo información plena de [278] que en el Santuario de nuestra Señora de la Barca (hacia el Cabo de Finis Terrae) se veían frecuentes Angeles danzando delante de aquella Santa Imagen. No sólo los Angeles, mas toda la Corte Celestial, según las deposiciones de muchos, bajaba a dar culto al venerable Simulacro. Uno veía a San Francisco con sus Llagas: otro a Santa Catalina con su rueda: otro al Apóstol Santiago con su esclavina: otro un Eccehomo: otro un Crucifijo. Cada uno veía el Santo, ó Misterio que quería; y sólo faltó que alguno viese las once mil Vírgenes, y las contase una por una. A todo esto dio ocasión una cortina pendiente delante de la Imagen, la cual, cuando por estar descosidos por una parte de la tela y el forro, el ambiente movido, introduciéndose por la abertura, la agitaba, juntándose la circunstancia de que el Sol hiriese una vidriera puesta en frente, con los varios ondeos de la tela y el forro hacia diferentes visos, que cada uno interpretaba a su modo. El portento corrió por toda España acreditado por aquella información. Pero no se tardó mucho en hacer nuevo y más atento examen por sujetos de gran juicio y literatura, en que no se halló sino una imperfectísima apariencia: ni aún esta perseveraba, cuando en lugar de aquella cortina se ponía otra.

35. Ultimamente observo, que aún cuando imprimiese en los ojos perfecta imagen de Isla la que se veía desde la del Hierro, no se infiere de aquí que realmente lo fuese. Desempeñarán esta que parece paradoja, dos célebres fenómenos. El primero es una apariencia que los moradores de la Ciudad de Reggio en el Reino de Nápoles llaman la Morgana. Vese muchas veces levantarse sobre el Mar vecino a aquella Ciudad una magnífica apariencia en que se divisan edificios, selvas, hombres, brutos; en fin todo lo que puede componer una Ciudad con el territorio adyacente. El segundo es el que observó pocos años ha el P. Fevillé, Minimo, doctísimo Matemático de la Academia Real de las Ciencias. Pareció una mañana enfrente de Marsella una nueva tierra en que [279] se veían y divisaban con catalejos árboles, montes, ríos, animales, y todo lo demás de que consta un País poblado. Fue avisado de tan portentosa novedad el P. Fevillé, quien subiendo a su Observatorio, vio lo mismo que los demás; pero haciendo luego atenta reflexión sobre el caso, volvió los ojos a la tierra de Marsella, y halló que en la nueva tierra se representaba todo lo que había en aquella; de donde coligió ser una nube especular, donde se imprimía la imagen de la Ciudad y territorio que tenía enfrente, como sucede en los espejos. Asimismo pudo suceder que la Isla descubierta desde la del Hierro no fuese más que una Imagen de ésta (más ó menos clara, más ó menos confusa) impresa en alguna nube especular a cierta distancia.

Enviado por flexarorion a las 21:26 | 14 Comentarios | Enlace


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Comentarios

1
De: Ctugha Fecha: 2003-03-01 23:35

¡Yo pillé una tarde un espejismo del copón! Fue mientras íbamos en coche casi llegando a Marbella. Sobre el mar se veía bastante cerca -bastante más cerca de donde está el otro lado- una islita rocosa de un kilómetro de diámetro aproximado y doscientos o trescientos metros de alto. Por la islita pasaba una carreterita y había varios chalés con piscina. Había hasta coches aparcados.



2
De: flexarorion Fecha: 2003-03-02 15:22

Estupenda experiencia.



3
De: lgs Fecha: 2003-03-03 00:26

La "octava isla", para muchos canarios, es Venezuela, pais donde fueron muchos canarios que emigraron no sé cuándo. Como no había pateras, usaron los barcos de la época, que sospecho eran proporcionalmente igual de frágiles que las pateras.

Ahora, los canarios y los venezolanos a veces nos comunicamos por internet, y tenemos curiosidad por ver cómo les va y cómo van a salir del lío que tienen armado.



4
De: geydi Fecha: 2006-04-25 19:02

hola como estad gfhfybfhnfyfnf vnfrurohdhfujruruitpjjgbngsote



5
De: Alfonso Fecha: 2006-06-18 19:51

Sinceramente, no creo que exista tal isla, pero, dejemos espacio para la duda, durante siglos se afirmo que Troya. no existia, hasta que se descubrio
Supuestamente también solo eran historias de marineros la existencia de los Pulpos jigantes, y ahora resulta que si existen, aunque no eran pultos, si no calamares y casi tan grandes como los comentados por los marineros.
Tampoco existia el templo de Diana (una de las 7 maravillas de la antiguedad), hasta que tambien fue descubierto.
...
Si se busca la definición de leyenda, te encuentras con algo como esto: "cuento popular basado en un hecho real que sufrio grandes modificaciones debido al paso del tiempo y a que se trasmitia oralmente".
San Borondon puede ser algo por el estilo, por que nadie penso que tal vez se es tan refiriendo a Madeira u otro islote, os recordare que al Norte de las canarias existen unos islotes, que hasta hace unos 5 años aun estaban en disputa entre España y Portugal (actualmente ya son plenamente portugueses), quien sabe incluso puede ser un trozo de piedra pomez de tamano muy grande (la piedra pomez flota en el agua) procedente de las islas bolcanicas en formación cercanas a islandia (no hace muchos años aun se formo una nueva isla -final de los años 70-, y cuando esto sucedio aparecieron en el mar circundante trozos de piedra pomez de hasta 30 metros cubicos, que flotando aparentaban islas de hasta 16 metros cuadrados), que con el tiempo acumulo arena encima y crecieron algunos vegetales...
Quien sabe, a lo mejor dentro de unos años acaba apareciendo, aunque es poco probable.



6
De: chicho Fecha: 2006-10-31 23:39

por favor estamos en el siglo 21 y no sebemos que es o donde esta la dichosa isla de san borondon, pues esta donde debe estar y donde a estado durante miles de años, el que la quiera ver solo tiene que entrar en la pagina google earth y se acabo tantos cuentos de adas.
esta aprox.al norte de tenerife mucho mas cerca de nosotros (tenerife) que de madeira. por lo baja que es, el efecto de las mareas hace que se vea o no. chao.



7
De: amy Fecha: 2007-01-14 21:04

al leer esta pagina te llevaras una sorpresa (cual octava isla)savage islands wikipedia. chao



8
De: loco Fecha: 2007-02-03 00:24

ngfnhyjlulujk



9
De: loco Fecha: 2007-02-03 00:24

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10
De: ismar Fecha: 2008-07-09 14:27

ola candy



11
De: ismar Fecha: 2008-07-09 14:28

hola geydy



12
De: ismar Fecha: 2008-07-09 14:31

geydy chao



13
De: ismar Fecha: 2008-07-09 14:31

geydy chao



14
De: ismar Fecha: 2008-07-09 14:31

geydy chao



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