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Inicio > Historias > Sopa de barómetro, ¡rica, rica!
Sopa de barómetro, ¡rica, rica! |
2007-08-25 |
Receta de nuestro cocinero: Mark Twain
En su libro A tramp Abroad que podríamos traducir como Una caminata por el extranjero Mark Twain nos dice, en el capítulo XXXVIII , titulado I Conquer de Gorner Grat (Conquisté el Gorner Grat que estando en los Alpes, en el monte conocido como Gorner Grat, él hizo unas cuantas experiencias científicas. Dejemos a Mark Twain que nos lo cuente.
(Imagen cortesía de Proyecto Gutenberg)
Principio cita:
Terminaron nuestros contratiempos; la gente pudo descansar y yo, por fin, pude dedicarme a la parte científica de la expedición. Ante todo quise determinar con el barómetro la altura del lugar donde estábamos. Pero, sintiéndolo mucho, no conseguí ningún resultado. Por mis lecturas científicas yo sabía que para obtener los datos necesarios había que hervir ... el termómetro o el barómetro. Pero como no recordaba exactamente cuál de los dos, decidí hervir ambos.
A pesar de todo no obtuve ningún resultado. Examiné ambos aparatos y me convencí de que estaban totalmente estropeados. Del barómetro no quedó más que la aguja de cobre y del termómetro pendía una gota de mercurio ...
Busqué otro barómetro. Estaba completamente nuevo y era magnífico. Lo herví durante media hora en un puchero, donde el cocinero hacía sopa de habas. El resultado fue sorprendente. El instrumento dejó de funcionar, pero la sopa tomó un gusto a barómetro tan fuerte, que el cocinero - que no era tonto - cambió su nombre en el menú. El nuevo plato fue muy elogiado por todos y yo dí la orden de que cada día hicieran sopa de barómetro. El barómetro quedó completamente inutilizado, pero no lo sentí. Como no me sirvió para determinar la altura del lugar, ¿para qué lo quería?"
Fin cita.
Hoy en la cumbre del Gorner Grat
Twain había oído campanadas
Está claro que Twain había oído campanadas, pero que no sabía muy bien de donde venían. Lo primero que nos viene a la memoria a todos es que hoy en día los barómetros se pueden utilizar como altímetros.
Un barómetro lo que mide es el peso del aire que está encima de nosotros. Para hacernos una idea de cuánto es es muy útil coger una barra de hierro que pese un kilogramo, con forma cuadrada de 1 x 1 cm de base y ponérnosla encima del dorso de la mano. Esa presión que sentimos, es la de 1 atmósfera (más o menos).
Claro que lo que pesa el aire que tenemos encima de nosotros depende de la altura a la que estemos. Cuanto más altos estemos, menos aire está sobre nosotros y el barómetro marca una menor presión.
Por poner unos ejemplos, cuando estamos a nivel del mar, y en condiciones normales, un barómetro de mercurio, como el que hizo Torriceli tiene una altura (un peso, una presión) de 760 mm (de mercurio).
A esa presión el agua hierve a 100 ºC.
En la cumbre del Mont Blanc el barómetro de mercurio marca 424 mm (según Yakov Perelman y a esa altura el agua hierve a 86 ºC.
El que haya una correlación entre la presión y el punto de ebullición del agua es intuitivo. Cuanta más presión ponemos en el puchero más trabajo le cuesta a cada molécula salir disparada hacia arriba. ¿O no es intuitivo? Si no lo es, es así. Más presión, más trabajo le cuesta a una molécula de agua salir disparada hacía arriba y, por lo tanto, más temperatura se necesita para que empiece a ebullir.
Olla a presión
Ese es el motivo por el que se usa la olla a presión. En ella el agua está encerrada. Cuando empieza a salir vapor de agua, el agua se expande (el vapor ocupa 1 679 veces más que el agua) y, por lo tanto, dentro de la olla aumenta la presión. Para que no explote, la olla lleva unas pesas que actúan como regulador. Cuando la presión interior es muy alta, el vapor se escapa por el regulador. De no haber regulador y válvula de seguridad, la olla podría explosionar.
El caso es que la presión ha aumentado , por tanto, el punto de ebullición del agua ha aumentado (digamos que en una olla a presión normal, con pesas normales, ese punto se sitúa en los 180ºC) y en consecuencia los alimentos se hacen más rápidos.
En la cumbre del Himalaya
La cumbre del Everest está a 8 888 metros de altura.
Para saber a qué temperatura hierve el agua hay una regla del pulgar que nos permite estimarla de un modo muy sencillo: cada kilómetro de elevación disminuye 3 grados.
8,888 x 3 = 26,7
Si a cien grados (en la superficie del mar) le restamos 26,7 nos da que en la cumbre del Everest el agua hierva a unos 73 º C.
En realidad la fórmula es mucho más compleja. En el Everest la presión del mercurio es de unos 238 mm. Y el agua hierve a los 71 ºC Según Claudi Mans. No es lo mismo que nuestra regla del pulgar, pero está muy cerca.
Así que en la cumbre del Everest el agua hierve a 71 ºC.
Ya vemos que hay una relación muy clara entre altura y temperatura de hervir del agua, por tanto si hervimos el termómetro podemos saber a que altura estamos (más o menos, ya sabemos que la presión no es constante y que depende del calor que hay en la atmósfera, de frentes,...).
Los primeros investigadores que se dieron cuenta de esto fueron Horace Benedict de Saussure y Jean André Deluc .
El primer hipsómetro
Hipso viene de una palabra griega que significa altura. Así que hipsómetro es un aparato para medir la altura.
Basándose en las ideas de Saussure y de Deluc un científico nacido en Nueva Granada (hoy Colombia) en los alrededores de 1768 fabricó el primer hipsómetro basado en hervir el termómetro. Su nombres era Francisco José de Caldas, que en su época era conocido como El sabio. Es un personaje curioso, que tuvo mucho que ver en la independencia de Colombia. La mayor contribución de Caldas fue encontrar la fórmula que relacionaba la altura con la temperatura.
Era lo que describe en plan cómico Twain, un recipiente en el que se hervía el agua, y la temperatura del termómetro medía la altura. Si tenemos en cuenta que el hipsómetro de Caldas se realizó aproximadamente en 1802 y que la obra de Twain se imprime en 1880, vemos que Twain pudo conocer perfectamente los hipsómetros de Farenheit, de Caldas, y los perfeccionamientos de William Hyde Wollaston(el termómetro no estaba sumergido en el agua, sino que medía la temperatura del vapor) y el de Henri Victor Regnault que lo hizo transportable y le dio el nombre de hipsómetro.
Hipsómetro de Regnault
No en todas partes cuecen habas
Ya sabemos que el refrán español dice que en todas partes cuecen habas, pero no es cierto. En primer lugar porque no en todas partes hay agua y en segundo lugar... Vamos con una expedición al Everest y tratemos de hacer habas, quien dice habas dice unas bonitas alubias pintas, con chorizo, morcilla y oreja de cerdo.
Creo que muchos recordarán que nuestras abuelas hacían las alubias, o la fabada, a fuego lento, y que para que todo estuviera en su punto el tiempo de cocción podría ser de unas dos horas.
¡Dos horas a 100ºC! ¿Cuánto tiempo necesitaríamos para hacerlo a 71ºC? Pues la verdad es que no lo he hecho (nunca he estado en la cumbre del Everest, en la base sí, pero ni un metro más alto). Pero podemos imaginar que o no se haría nunca o se haría tras veinte horas de cocción... me da que no es una buena forma de guisar. Tal vez con una olla a presión... Pero, ¿se imagina la fabada de la abuela hecha con olla a presión?
España no necesita sabios
Franscisco José de Caldas, tal como hemos dicho más arriba estuvo implicado en la independencia de Colombia. Fue subdirector del Diario Político de Santafé y tomó parte en el levantamiento popular del 20 de julio de 1810. Se hizo partidario de la independencia. Escribió Nuestra Revolución... En 1816 el ejercito realista conquista el país y Caldas es hecho prisionero.
Llegaron muchas cartas pidiendo clemencia para El sabio. Recordemos que así se le conocía.
Fue sentenciado y condenado a muerte por el militar español Pablo Morillo, quien, ante las peticiones de clemencia dijo la siguiente frase. España no necesita de sabios.
(Pablo Morillo)
En fin, pues eso. Que así nos fue hasta hace bien poco.
Enviado por flexarorion a las 11:15 | 0 Comentarios | Enlace
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