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Inicio > Historias > Salí a cazar Leonidas y me encontré con mi bella esposa Afrodita
Salí a cazar Leonidas y me encontré con mi bella esposa Afrodita |
2002-12-08 |
Quería ver las Leonidas. Ya había pasado el día del máximo pero pensaba que todavía vería algunas rezagadas.
Salí a cubierta y al mirar hacia proa vi una esplendorosa Luna casi llena que iluminaba las olas del mar y derrotaba la oscuridad de la noche.
Avanzábamos a toda máquina, a 20 nudos, hacia el corazón de la noche. Huíamos del día.
El cielo estaba muy cubierto de nubes y se veían muy pocas estrellas. Muy pocas. No se veía Leo. No se veían Leonidas.
Estaba pensando que mi idea de levantarme a las cuatro y media de la mañana para ver Leonidas era una estupidez cuando miré hacia popa y vi un extraño farol, grande, enorme.
'Mucho más grande que una estrella' -pensé.
Unas finas nubes lo cubrían y vestían con un halo algodonoso, haciéndolo parecer todavía más grande.
A su izquierda una estrellita titilaba. El farol no lo hacía. Parecía una luz de seguridad puesta encima de un mástil muy largo. Muy largo.
Traté de ver el mástil. Entorné los ojos. Bajé la vista hasta el suelo. 'Allí brilla algo'. 'Sí, es una isla'. 'Es San Vicente de San Vicente y las Granadinas'
Encima de San Vicente estaba el lucero.
No hay mástil, así que tiene que ser un objeto astronómico. Más brillante que Sirio. Hoy se tendrían que ver Saturno y Júpiter, aunque las nubes lo impidan. Pero ni Saturno ni Júpiter estarían tan cerca del amanecer. Tiene que ser Venus, Afrodita, la diosa del amor, la esposa de Ares, envuelta en sedosos velos de nubes.
El caballo Pegaso terminó por hablar: con su presencia, sólo con su presencia, decía que aquel lucero era Venus.
El barco seguía a toda máquina, huyendo del día.
Poco a poco, debajo de Afrodita, fue apareciendo un poco de luz que convirtió a las nubes en montañas negras.
A proa, la Luna llena marcando su camino de luz en el mar azabache.
A popa, el lucero del alba y unas pinceladas de luz luchando contra la noche.
Las nubes se quitaron de delante de Afrodita, y su desnudez demostró que era un planeta brillante. Sin vestidos se veía más pequeña, más nítida, más luminosa.
A sus pies algunas nubes comenzaban a teñirse de amarillo. Un poco después, entre franjas de nubes amarillas apareció una pequeña franja verde. Las puntas de algunas nubes se tiñeron de rojo.
Unos minutos más tarde, encima de las nubes reinaba el azul.
Miré hacia popa, hacia la Luna llena, y vi que se estaba poniendo una capa azul oscuro.
Durante casi una hora la diosa Aurora anduvo agitada con sus pinceles de un lado para otro: un poco de amarillo entre los farallones de nubes negras, un poco de rojo es sus flecos deshilachados (muy poco comprado con el atardecer), unas pinceladas verdes, unos brochazos de azul, ... y unos trazos blancos en los bordes de las nubes, muy iluminados, casi blancos. Bordes cada vez más brillantes.
Aurora borró el rojo, borró el verde, ... transformó en gris el negro de las nubes. El negro primero fue gris oscuro, luego gris claro, luego algunas nubes se transformaron en algodonoso blanco.
Al fondo, los bordes de las nubes brillaban cada vez más. Estaban a punto de estallar...
... y estallaron con una explosión de luz.
Junto a los pies de la ahora débil Afrodita reventó la luz.
El Sol Victorioso una vez más había derrotado a la noche.
Unos segundos después mi sombra se proyectaba en la blanca pared del barco.
A proa, al oeste, las Luna llena, el azul, la noche derrotada perdiéndose en el seno del océano. A popa, al este, el Sol Invicto, una débil Afrodita y unas nubes vivarachas moviéndose de acá para allá. A mi espalda, mi sombra.
Había salido a cazar Leonidas, me sorprendió el brillo de mi esposa Afrodita y asistí a la lucha entre el Sol y la noche, entre el negro y los colores del arco iris. Una vez más el Sol salía vencedor. El Sol que nunca ha sido derrotado. El Sol Invicto.
Hubo dos testigos astrales de la batalla entre la luz y las tinieblas: la respetuosa Afrodita, ascendiendo sin alharacas y la majestuosa Selene, preparándose para zambullirse en el mar en su baño matutino.
La victoria tuvo lugar a las 6h18m, hora solar.
Enviado por flexarorion a las 11:59 | 1 Comentarios | Enlace
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Comentarios
1
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De: nenagenia@blogspot.com |
Fecha: 2002-12-08 12:23 |
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hermoso!!!!!!
karin
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